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Proyectos de la Fundación

El Salvador

1.006.135,84 €
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10
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10.794
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El Salvador

El Salvador, con una población estimada de más de seis millones de habitantes y un territorio de 21.000 km2, es uno de los países más densamente poblados del mundo (300 habitantes por km2). A partir de la nueva organización territorial del país, aprobada en 2023, El Salvador está formado por 44 municipios y 262 distritos, repartidos en 14 departamentos.

 

La población es mayoritariamente joven, el 52,6% de la población es menor de 30 años. Las mujeres representan el 52,8% de la población.

 

Conforme a los datos del Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2021, El Salvador ocupa la posición 125 entre 189 países. Con un Índice de Desarrollo Humano de 0,675 y una Renta Per Cápita de 4.187 dólares, es considerado un país de desarrollo humano medio. Sin embargo, se estima que la pobreza multidimensional en El Salvador (PNUD 2016) alcanza al 28% de la población. Antes de la pandemia, más de dos millones de personas vivían en situación de pobreza.

 

Aproximadamente el 10,4 % de los hogares rurales vive en situación de pobreza extrema, frente al 6,3% de los hogares urbanos y 46 de cada 100 hogares con adolescentes entre 15 a 17 años se encuentran en pobreza multidimensional.

 

El Gobierno de El Salvador estima que, en el año 2020, el 65,8% de los hogares se encontraba en situación de subempleo e inestabilidad en el trabajo (89,6% en hogares pobres). La tasa de desempleo entre los jóvenes era del 28,6%. Según estas mismas fuentes gubernamentales, solamente el 27,6 % de las personas tenían acceso a la seguridad social o a una pensión pública.

 

Entre las principales problemáticas del país se encuentran la dificultad para logar la universalización de la educación, la violencia estructural, la pobreza multidimensional, las deficiencias en materia de salud, el frágil sistema laboral del país, el desplazamiento interno y la emigración.

 

La tasa de analfabetismo en El Salvador se sitúa actualmente en el 10,1% de la población, afectando en mayor medida a las mujeres, con un 11,8%, frente a un 8,1% en los hombres.

 

Conforme a la encuesta elaborada por la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC) en 2018, el 87,2% de la población de 4 a 17 años estaba escolarizada. Sin embargo, este estudio señala una brecha en la asistencia entre quienes menos ingresos tienen (20,8%) y quienes más (28,5%).

 

La escolaridad promedio a nivel nacional es de 7 cursos, con una diferencia según los territorios. En el Área Metropolitana de San Salvador, la escolaridad promedio es de 8,9 cursos y en el conjunto del área urbana es de 8,1. Sin embargo, en la zona rural la media es de 5,3 cursos. Por sexos, la escolaridad promedio por sexo es de 7,2 años aprobados para los hombres y 6,9 para las mujeres. Se estima que en 2020 casi un 8% de niñas y niños no asistía a la escuela a causa de la violencia social.

La tasa neta de matrícula en educación inicial es del 6,4% y el porcentaje de niñas y niños de 0 a 3 años que asiste a un centro de educación inicial es solamente del 1,6%.

 

Uno de los problemas más importantes de la educación en El Salvador es el abandono escolar. Más de 185.000 estudiantes abandonaron el sistema educativo durante los cursos 2019 y 2020. Además, los datos reflejan un riesgo de deserción específico para las niñas y adolescentes: un 3,79% de las niñas que abandonan la escuela lo hacen por “trabajo doméstico”. En cambio, solo un 0,78% de los niños que desertan lo hacen por esta razón. Además, el 1,77% de las niñas que desertan lo hacen por embarazos, un problema que se acentúa en la zona rural del país. Según datos del BID, 5 de cada 10 niñas y adolescentes que ni estudian ni trabajan es porque se dedican a trabajos de cuidado que no son remunerados.  El trabajo doméstico y/o de cuidados es un obstáculo significativo para que las niñas y adolescentes continúen con sus estudios.

 

Esta situación reafirma que el sistema educativo de El Salvador, tanto en calidad como en cantidad, es insuficiente y se traduce en un bajo nivel de calificación para la población, e implica un elevado nivel de desocupación, especialmente entre las mujeres y los jóvenes.

 

Conforme a los estudios del Fondo de Población de las Naciones Unidas, entre 2015 y 2020 se registraron en El Salvador 105.930 embarazos en niñas y adolescentes. De ellos, 5.104 fueron en niñas de 10 a 14 años. Según esta misma fuente, en 2020 se registraron 12.982 embarazos en niñas y adolescentes entre 10 y 19 años, de las que 503 eran menores de 14 años. El 69% de los embarazos en niñas y adolescentes se producen en zonas rurales, a pesar de que la mayoría de la población del país se concentra en la zona urbana.

 

La delincuencia y la violencia históricamente han sido un grave problema para El Salvador, especialmente para los sectores de la población más vulnerables, como la infancia y las mujeres. Este problema se asocia normalmente, de una forma simplista, al fenómeno de las “maras” o pandillas juveniles, pero responde a una serie de causas mucho más complejas, como la pobreza, la exclusión social, la desestructuración familiar causada por la emigración, la corrupción o el narcotráfico.

 

En un nuevo intento de solucionar el problema de la violencia mediante la represión, El Salvador se encuentra en Estado de Excepción desde el 27 de marzo de 2022. Durante este periodo, se han detenido a más de 62.000 personas, la mayoría jóvenes, acusados de pertenecer a alguna de las maras o pandillas juveniles. El efecto inmediato de esta medida ha sido la reducción de los índices de violencia, especialmente los asesinatos. Pero las organizaciones de derechos humanos han criticado duramente los abusos y violaciones a los derechos humanos que se están produciendo al amparo del Estado de Excepción, como el elevado número de personas que han sido encarceladas sin garantías, el hacinamiento y las muertes en las cárceles y la restricción a los derechos de reunión y asociación.

 

Asimismo, las organizaciones de la sociedad civil afirman que los efectos del Estado de Excepción no serán sostenibles en el tiempo si no se trabaja a largo plazo en cambiar las condiciones sociales del país, como la desigualdad y el acceso a servicios sociales básicos como la educación y la salud.

 

Invertir en educación en El Salvador es imprescindible para superar muchos de los problemas a los que se enfrenta el país, especialmente para que la futura generación de salvadoreñas y salvadoreños pueda convivir de manera pacífica.

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